Cuando se consuma el matrimonio, el hombre y la mujer se dedican a construir su hogar tratando de hacer de él un nido lleno de amor y entendimiento.
Cada uno siente que ha logrado para sí poseer los sentimientos de su pareja y que, por lo tanto, esa persona le pertenece.
Así mismo, se apodera de él o ella la idea de que su cónyuge le acompañará por el resto de su vida y que nadie se entrometerá en sus vidas; pero con el pasar de los días se da cuenta de que existen otras personas que tienen que ver con su ser amado.
No cabe la menor duda de que para cada uno existen personas que representan algo importante en su vida, amigos de infancia, por ejemplo, que le traen recuerdos de momentos vividos en la niñez; al final, todos tenemos recuerdos, y cuando nos casamos queremos contarle a nuestra pareja lo mejor de nuestros recuerdos.
Si la esposa, por ejemplo, nota que su marido menciona constantemente a una familiar suya o amiga de niñez, nota que en su interior los celos comienzan a aflorar; igual pasaría con el hombre al escuchar a su mujer hablar de la misma manera.
Los celos son un sentimiento natural y una característica vista como buena, siempre y cuando no sobrepasen los límites de la racionalidad; porque cuando traspasan este margen y se convierten en una obsesión, pueden ser muy peligrosos.
Quiero dar algunos consejos a los esposos para que sus hogares estén siempre en calma y alejados de la duda y la sospecha:
-Cada uno de los cónyuges debe ser muy prudente al hablar o recordar algo de otra persona.
-Que tanto el hombre como la mujer traten al máximo de evitar fomentar y fortalecer amistades con personas de diferente género, y si se tratan de compañeros de trabajo, que no pase su relación más allá de lo laboral.
-Cada uno debe preocuparse por cómo se siente su pareja.
Cada uno siente que ha logrado para sí poseer los sentimientos de su pareja y que, por lo tanto, esa persona le pertenece.
Así mismo, se apodera de él o ella la idea de que su cónyuge le acompañará por el resto de su vida y que nadie se entrometerá en sus vidas; pero con el pasar de los días se da cuenta de que existen otras personas que tienen que ver con su ser amado.
No cabe la menor duda de que para cada uno existen personas que representan algo importante en su vida, amigos de infancia, por ejemplo, que le traen recuerdos de momentos vividos en la niñez; al final, todos tenemos recuerdos, y cuando nos casamos queremos contarle a nuestra pareja lo mejor de nuestros recuerdos.
Si la esposa, por ejemplo, nota que su marido menciona constantemente a una familiar suya o amiga de niñez, nota que en su interior los celos comienzan a aflorar; igual pasaría con el hombre al escuchar a su mujer hablar de la misma manera.
Los celos son un sentimiento natural y una característica vista como buena, siempre y cuando no sobrepasen los límites de la racionalidad; porque cuando traspasan este margen y se convierten en una obsesión, pueden ser muy peligrosos.
Quiero dar algunos consejos a los esposos para que sus hogares estén siempre en calma y alejados de la duda y la sospecha:
-Cada uno de los cónyuges debe ser muy prudente al hablar o recordar algo de otra persona.
-Que tanto el hombre como la mujer traten al máximo de evitar fomentar y fortalecer amistades con personas de diferente género, y si se tratan de compañeros de trabajo, que no pase su relación más allá de lo laboral.
-Cada uno debe preocuparse por cómo se siente su pareja.
-Hacer todo lo que esté a su alcance para que la confianza reine en el hogar.
Pese a que los celos son, en parte, una señal de desconfianza, duda e inseguridad, si son controlados y bien guiados, son considerados entonces un sentimiento noble que contribuye a fortalecer la relación de pareja y a fomentar el amor entre los esposos.
Es importante que la confianza en sí mismo y en su pareja sean el norte de la relación, y que recuerden que cada uno escogió al otro por convicción y por las características que vio en él o ella. Así, si una persona es segura confiará en su cónyuge; pero si no, la desconfianza y la duda terminaran carcomiendo la relación que habían edificado.
Una de las primeras actitudes de los recién casados es que quieran aislar a su pareja de todo lo que han vivido con anterioridad; por ello, hay que aprender a respetar aquellas vivencias pasadas, El marido debe aceptar que su esposa tenga sus amigas y que quiera seguir manteniendo estas amistades, y la esposa debe tratar de establecer lazos de amistad con las esposas de los amigos de su esposo, pues así estará también asegurando que sus hijos tendrán amigos con quienes compartir su niñez.
Pese a que los celos son, en parte, una señal de desconfianza, duda e inseguridad, si son controlados y bien guiados, son considerados entonces un sentimiento noble que contribuye a fortalecer la relación de pareja y a fomentar el amor entre los esposos.
Es importante que la confianza en sí mismo y en su pareja sean el norte de la relación, y que recuerden que cada uno escogió al otro por convicción y por las características que vio en él o ella. Así, si una persona es segura confiará en su cónyuge; pero si no, la desconfianza y la duda terminaran carcomiendo la relación que habían edificado.
Una de las primeras actitudes de los recién casados es que quieran aislar a su pareja de todo lo que han vivido con anterioridad; por ello, hay que aprender a respetar aquellas vivencias pasadas, El marido debe aceptar que su esposa tenga sus amigas y que quiera seguir manteniendo estas amistades, y la esposa debe tratar de establecer lazos de amistad con las esposas de los amigos de su esposo, pues así estará también asegurando que sus hijos tendrán amigos con quienes compartir su niñez.
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